Pero cuando se acercan los 40 años empieza de nuevo esa sensación de pánico. ¿40? Y aparecen los balances, las preguntas y la revisión de todos los campos posibles. Estará la mujer que sigue sola y que ahora se debate entre salir con alguien menor o mayor que ella. Para el resto de la sociedad, que salga con un hombre menor es sinónimo de que lo mantiene, o el joven se queda con su dinero. Y ella asume el rol de asaltacunas o “cougar” si se le quiere llamar de forma más sofisticada.
Si sale con uno mayor que ella, para los demás será su método de rejuvenecimiento.
Sumado a lo anterior vienen crisis desde el punto de vista laboral y profesional. Se es demasiado “viejo” para empezar en una nueva empresa. ¿Valorarán mi experiencia? ¿Mejor espero a que me jubilen y cuido mi puesto?
Y a todo lo anterior se le sumará el caos hormonal, los síntomas de la menopausia, un metabolismo más lento, que incluso les regala un par de kilos, pues ya no se bajan de la misma forma esos excesos de los fines de semana.
Entonces, ¿es normal sentir crisis a los 40? ¿Cómo abordar esta nueva etapa de la vida?
Algunos le llaman segunda adolescencia, otros edad intermedia. Expertas opinan al respecto.
Llegar a la mediana edad o tomar conciencia de que se está llegando supone un momento traumático. Un punto de quiebre. Una etapa álgida que, en el caso particular de las mujeres, puede empezar mucho antes de sentir los primeros vaporones de la menopausia.
El evento en cuestión la crisis puede ser resultado de un proceso paulatino, suma de pequeños e en apariencia inconexos e insignificantes hechos, y desencadenarse de un día para otro, cuando se cae en cuenta de que los hechos insignificantes en realidad no lo son. Al contrario, son reveladores de una situación irreversible: la vejez está al lado.
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