lunes, 18 de mayo de 2015

PALBRAS DE ORIGEN

PALABRAS ORIGEN.
Muchas palabras tienen un origen realmente curioso, tanto por su etimología como por su significado. He aquí algunos ejemplos que hemos encontrado en los diccionarios que son la base de las consultas de Curiosidario.es. Es posible que existan otras palabras que se puedan considerar de origen curioso recogidas en otros diccionarios o academias de la lengua española. Si es así y quieres que las publiquemos, nos las envías documentando su procedencia y las publicaremos:
Abrojo ‘planta perjudicial a los sembrados’. Contracción de la frase latina APERĪ ŎCŬLOS ‘abrir los ojos’, originariamente advertencia al que segaba en un terreno cubierto de abrojos para que se guardara de los mismos, y luego nombre de la planta.
Acoquinar ‘acobardar’. Del francés acoquiner ‘acostumbrarse a un hábito degradante’, ‘acurrucar’, derivado de coquin ‘mendigo’, ‘bribón’.
Acostar. De costa, que antiguamente significaba ‘costilla’, porque el que se acuesta ordinariamente descansa sobre las costillas, o el costado.
 Agobiar. Derivado del latín vulgar *GIBBUS ‘giba’. Agobiado significó originariamente ‘cargado de espaldas’, de donde agobiar ‘encoger, agachar la cabeza’, y luego ‘encorvar’, ‘abrumar’, angustiar’.
Aldaba. Del árabe hispánico hadaba y este del árabe clásico daba, literalmente ‘lagarta’, por su forma, en origen semejante a la de este reptil.
Amatista ‘cuarzo transparente’. Del latín AMETHYSTUS, y este del griego ἀμέθυστος, propiamente ‘sobrio, que no está borracho’, porque se creía que esta piedra preservaba de la embriaguez.
Anhelar ‘desear con vehemencia’. Del latín ANHELĀRE ‘respirar con dificultad’. En castellano antiguo significaba lo mismo que en latín. La evolución semántica de ‘respirar con dificultad’ a ‘desear con vehemencia’ es tan fácil como curiosa.
Antílope. El DRAE ofrece la siguiente etimología: «Del fr. antilope, este del ingl. antelope, este del b. lat. antilops, -opis, y este del gr. ἀνθάλωψ, ἀνθάλοπος, nombre de un animal mal conocido o fabuloso». Corominas por su parte explica: «En el s. XIII Brunetto Latini empleó en francés antelu antelop, y algo antes el fabulista inglés Odo de Cheriton († 1247), escribiendo en latín, habla del antilops como un animal que se complacía en enredar sus cuernos con las ramas de los árboles, y al no poder desasirse lanzaba grandes voces que, oídas por los cazadores, eran causa de su perdición. Probablemente los viajeros ingleses se acordaron de este antilops al bautizar el animal visto en África».
Aperitivo. El DRAE se limita a decir que procede del latín APERITĪVUS. Corominas lo deriva de abrir, algo que está más acorde con la definición que ofrecía el Diccionario de Autoridades (1726): «Cosa que abre y limpia las vias. Es voz usada de Médicos y Boticários, que se aplica à cualquiera medicamento, que causa este efecto». Considerando la acepción médica todavía vigente ‘que sirve para combatir las obstrucciones, devolviendo su natural permeabilidad a los tejidos y abriendo las vías que recorren los líquidos en el estado normal’, es fácil comprender la evolución semántica de aperitivo desde el campo medicinal al de ‘bebida y comida que se toma antes de una comida principal’, pasando por el de ‘que sirve para abrir el apetito’.
Apretar. Usamos normalmente este verbo en el sentido de ‘estrechar algo con la mano o los brazos’, pero en un principio solo se apretaba algo cuando se hacía contra el pecho, de acuerdo con su significado etimológico: Del latín tardío APPECTORĀRE, de PĔCTUS‘pecho’. De ahí que la Academia puntualice en su definición: ‘Estrechar algo contra el pecho o ceñir, de ordinario con la mano o los brazos’.
Asco es derivado de asqueroso, que procede del latín ESCHĂRA y este del griego ἐσχάρα ‘costra’, ‘postilla’.
Asesino. Del árabe ḥaššāšīn ‘adictos al cáñamo indio’, nombre aplicado a los secuaces del sectario musulmán conocido por el Viejo de la Montaña, siglo XI, que fanatizados por su jefe y embriagados de hachís, se dedicaban a ejecutar sangrientas venganzas políticas. Vocablo traído de Oriente por los cruzados.
Asesor. Del latín ASSESSOR, -ŌRIS ‘el que se sienta al lado’, ‘asesor’, y este de ASSIDĒRE ‘estar sentado al lado’, ‘asistir’. Es decir, que en un principio el asesor era el que se sentaba al lado del asesorado, generalmente una persona poderosa.
Avestruz. En la Crónica de Alfonso XI (hacia 1340) se lee: «unas aves que llaman estruces». Estruz era ya por aquel entonces la adaptación castellana de la voz provenzal estrutz, que venía del latín STRUTHĬO, que a su vez tenía su origen en el griego στρουθίων, -ωνος, abreviación de στρουθοχάμηλος (compuesto de στρουθός ‘gorrión’ y χάμηλος ‘camello’, propiamente ‘camello-pájaro’), nombre con el que se conocía antiguamente a esta ave originaria de África y Arabia. Al principio del s. XV ya aparece en nuestro idioma la palabra avestruz, cruce de ave estruz.
Azafata. Viene del antiguo azafate, este del árabe hispánico *assafáṭ, y este del árabe clásico safaṭ ‘canastillo’. Azafate sigue teniendo hoy este significado: ‘Canastillo, bandeja o fuente con borde de poca altura, tejidos de mimbres o hechos de paja, oro, plata, latón, loza u otras materias’. Quien tenía el privilegio de sujetar el azafate a la reina era llamada azafata, tal como se lee en el Diccionario de Autoridades (1726): «Azafata: f. Oficio de la Casa Real, que sirve una viuda noble, la qual guarda y tiene en su poder las alhájas y vestidos de la Réina, y entra a despertarla con la Camaréra mayor, y una señora de honór, llevando en un azafáte el vestido y demás cosas que se ha de poner la Réina, las quales las sirve. Llámase Azafata por el azafáte que lleva y tiene en las manos mientras se viste la Réina». Posteriormente adoptó las acepciones modernas. «Al ser labores tradicionalmente desempeñadas por mujeres, hasta no hace mucho solo existía la forma femenina azafata; dado que hoy también las realizan hombres, se ha creado, y es plenamente válido, el masculino azafato (…) Para referirse al auxiliar de vuelo se emplea en gran parte de América el término aeromozo», explica el Diccionario Panhispánico de Dudas. No obstante, todavía no están recogidas en el DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) las voces aeromozo y azafato. También en este diccionario se encuentra recogida la voz cabinera ‘azafata de avión’, derivada de cabina, empleada en Colombia y Ecuador.
Baladí ‘de clase inferior, de poco aprecio’. Del árabe baladi ‘del país, indígena’. Hasta el s. XV conservó el significado árabe, de manera que, por ejemplo, los productos extranjeros (vino, doblas, jengibre), por considerarse mejores que los nacionales, eran llamados baladís: vino baladí, doblas baladíes, jengibre baladí. De ahí que se generalizara baladí a todo lo de poca estima a partir del principio del s. XVI.
Bidé. Del francés bidet ‘caballito’.
Bigote. De la frase germánica bi God ‘por Dios’, juramento empleado para llamar a personas con bigote, y luego al bigote mismo. Nos cuenta Corominas que «el bigote era frecuente en Alemania ya a fines del s. XV, especialmente como distintivo de los lansquenetes, famosos por el vicio de blasfemar, mientras que en España no apareció hasta 1530 aproximadamente, y se hizo frecuente por los años 50 del mismo siglo. Sería, pues, un resultado de la gran afluencia de tudescos en tiempo de Carlos V (…). Pero la presencia de bigot en Nebrija, que nadie ha tenido en cuenta, obliga a revisar estas conclusiones históricas: no sólo el nombre, sino la cosa debió existir ya en España en el s. XV, aunque quizá fuese poco frecuente. Luego convendría ampliar las averiguaciones en el material literario e iconográfico extendiéndolas a este siglo. Antes de 1495 los contactos entre castellanos y alemanes habían sido poco frecuentes, pues estamos antes de la fecha en que llegó Felipe el Hermoso con su séquito de caballeros austriacos». Pero, naturalmente, el uso del bigote es muy anterior al siglo XV. Hay relieves asirios que representan a los reyes con bigote partido, sin pelo en el centro y con las puntas rizadas en voluta. Cuestión de moda, ha habido épocas y pueblos en que no gustaban (egipcios, fenicios, griegos y romanos. por ejemplo, se los rasuraban) y épocas y pueblos en que sí, como los bárbaros. En España, durante el siglo XIV, se usaron grandes bigotes y barba puntiaguda, costumbre que pasó a Francia y después a toda Europa. Desde tiempos del rey francés Francisco I pasó a ser una moda militar, usándose mostachos ‘a la española’, retorcidos y completados con la perilla, rizados con tenacilla como los que lucían los reyes españoles desde Carlos V a Felipe V. Pero, ¿cómo se llamaba en castellano este adorno capilar sobre el labio superior en los siglos anteriores al XV? Lo ignoramos porque la primera prueba documental que tenemos del vocablo bigote es, como señalaba Corominas, la de Nebrija en 1494 («bigot de barva: mustax»). Probablemente no existía, pues cuando el español ha tomado prestada una voz extranjera, generalmente lo ha hecho porque carecía de una propia que sirviera para designar aquello que era menester.
Bisoño. Del italiano bisogno ‘necesidad’, aplicado por los italianos en el s. XVI a los soldados españoles recién llegados a Italia, por lo mal vestidos que iban, como reclutas allegadizos; la palabra italiana procede del verbo bisognare ‘necesitar’. Datada primeramente en español en 1517, nació en italiano como apodo, por el gran uso que hacían estos soldados de la palabra bisogno, aprendida para pedir a los habitantes la satisfacción de sus necesidades.
Bombón. De la voz infantil francesa bonbon ‘bueno, bueno’.
Bonito ‘pez’. Del bajo latín BONITON. Seguramente se llamó así a este pez por el color dorado de los ojos y plateado del vientre, que le daría un aspecto bonito ‘lindo, agraciado’.
Borrar ‘hacer desaparecer lo escrito con tiza’, ‘desvanecer, quitar’. De borra ‘lana grosera’, por ser con borra con lo que se hacía desaparecer lo escrito con tiza en el encerado.
Bribón. De briba, este del anticuado bribia ‘holgazanería picaresca’, que a su vez venía de blibia, y este de biblia en el sentido de ‘sabiduría’. Se entendía por bribia la elocuencia persuasiva del mendigo para inspirar lástima y para mover el público a la generosidad, en lo cual las oraciones y los argumentos religiosos, sacados de los textos sagrados, desempeñaban una parte principal.
Brindis. Del alemán bring dir’s ‘te lo ofrezco’.
Bríos, voto a ‘voto a Dios’. Locución interjectiva coloquial ya poco usada, en la que Bríos es un eufemismo de Dios, introducido cuando este aun se pronunciaba Díos.
Broma. Del griego βρῶμα ‘teredón’ y este de βιβρώσκειν ‘carcomer’, significaba en 1599 ‘cosa pesada’ y unos años más tarde usaron esta palabra Quevedo y Tirso en el sentido de ‘hombre pesado’, que sigue vivo hoy en América en la variante ‘contrariedad, molestia más o menos desagradable y dañosa’. El origen de estos significados se encuentra en el teredón broma, un molusco que atacaba a los barcos haciéndolos muy pesados, tal como se lee en la cuarta acepción que todavía recoge el diccionario académico: «Molusco lamelibranquio marino de aspecto vermiforme, con sifones desmesuradamente largos y concha muy pequeña, que deja descubierta la mayor parte del cuerpo. Las valvas de la concha, funcionando como mandíbulas, perforan las maderas sumergidas, practican en ellas galerías que el propio animal reviste de una materia calcárea segregada por el manto, y causan así graves daños en las construcciones navales». Ya en 1726, en su Diccionario de Autoridades, la Academia registraba así la frase es una broma: «Phrase con que metaphoricamente se dá à entender, no solo el que es pesado y molesto en su trato y conversacion, sino otra cualquiera cosa, que excéde notablemente de lo que le corresponde». En consecuencia, habrá que estar de acuerdo con Corominas cuando dice: «Resulta claro, pues, que broma inicialmente sólo fue lo que hoy llamamos broma pesada (…) la pesadez de los buques atacados por la broma es un hecho, pues el agua se introducía en las galerías abiertas por el animalito y hacía el buque pesado y tardo en la navegación». El caso es que, a finales del s. XVIII broma tomó el significado de ‘algazara, chanza’ y, ya en el segundo cuarto del s. XIX, el de ‘bulla, diversión’, que ha llegado hasta nosotros.
Bulimia ‘gana desmesurada de comer, que difícilmente se satisface’. Término médico procedente del griego βουλιμία, de βούλιμος ‘muy hambriento’, compuesto de βούς ‘buey’ y λιμός ‘hambre’, es decir, ‘hambre de buey’.
Busilis ‘punto en que se estriba la dificultad del asunto de que se trata’. De la frase latina IN DIEBUS ILLIS ‘en aquellos días’, mal entendida por un ignorante que, separando IN DIE, dijo no entender qué significaba BUS ILLIS.
Camaleón. Del latín CHAMAELEON, y este del griego χαμαιλέων, propiamente ‘león que va por el suelo’, denominación irónica que alude al carácter tímido del animal.
Cantimplora. Del catalán cantimplora, y este del catalán antiguo cantiplora, compuesto de canta i plora ‘canta y llora’, por el ruido que hace la cantimplora al moverse y gotear.
Capicúa. Del catalán cap i cua, propiamente ‘cabeza y cola’.
 Capricho ‘antojo’, ‘idea extraña y nueva en una obra de arte’. Del italiano capriccio, que antiguamente significaba ‘horripilación, escalofrío’, y este del todavía más antiguo caporiccio, contracción de capo ‘cabeza’ y riccio ‘erizado’, o sea, ‘cabeza erizada’.
Carácter. Del latín CHARACTER ‘hierro de marcar ganado’, ‘marca con hierro’, ‘carácter de estilo’, y este del griego χαραχτήρ ‘grabador’, ‘instrumento grabador’, ‘marca, figura’, ‘carácter distintivo’, derivado de χαράττειν ‘hacer una incisión, marcar’. Es decir, del significado ‘señal o marca’ de los animales se pasó a cualquier otro tipo de ‘señal o marca’, incluida la escritura, y de ahí a designar el ‘conjunto de cualidades de una persona’, especialmente la de ‘ánimo elevado y fuerte’, y, por fin, el ‘modo de decir, o estilo’.
Carca es un adjetivo despectivo, abreviación jergal y sinónimo de carcunda ‘carlista’, ‘de actitudes retrógradas’. Carcunda procede del portugués, designación que se le daba a los absolutistas en las luchas políticas de este país de principios del s. XIX.
Carótida ‘cada una de las dos arterias que van a un lado y otro del cuello’. Del griego καρωτίδες, derivado de καροῦν ‘adormecer’, ‘amodorrar’, porque las carótidas llevan la sangre al cerebro y de ellas se hacía depender el sueño.
Cataclismo. Del latín CATACLYSMUS, y este del griego κατακλυσμός ‘inundación’.
Catre ‘cama ligera para una sola persona’. Del portugués catre, y este del tamil kattil ‘cama’, ‘sofá’, relacionado con el sánscrito khátva ‘lecho, catre’. En viajeros de la India expresó sobre todo una especie de hamaca de lona, una pequeña y baja cama fácil de armar y desarmar, como las que se traían de China.
Celosía ‘enrejado de las ventanas’. Derivada de celoso, que a su vez viene de celo, del latín ZĒLUS ‘ardor, celo’, y este del griego ζῆλος, derivado de ζεῖν ‘hervir’.
Cementerio. Del latín COEMETERĬUM, y este del griego χοιμητήριον ‘dormitorio’, derivado de χοιμάν ‘acostar’.
Centro. Del latín CENTRUM y este del griego κέντρον ‘aguijón, punta del compás en el que se apoya el trazado de la circunferencia’.
Cetáceo ‘orden de mamíferos marinos como la ballena y el delfín’. Del latín CĒTUS ‘monstruo marino’.
Chándal ‘ropa deportiva’. Del francés chandail, jersey de los vendedores de verdura.
Chiste. Tuvo especialmente significado de ‘chiste obsceno’, que parece haber sido el originario, pues se trata de un derivado de chistar ‘hablar en voz baja’, debido a que esta clase de dichos agudos e impúdicos se decían en voz baja o al oído.
Chotis. Del alemán schottisch ‘escocés’, propiamente ‘baile escocés’.
Cínico. Del latín CYNICUS ‘perteneciente a la escuela cínica’, y este del griego κυνικός ‘de perro, perteneciente al perro’, porque Diógenes, fundador de esta escuela filosófica, vivía como un perro.
Cirugía. Del latín CHIRURGĬA, y este del griego χειρουργία ‘trabajo manual’, ‘práctica de un oficio’, ‘operación quirúrgica’, derivado de χειρουργός ‘que trabaja con las manos’, ‘cirujano’, compuesto de χείρ ‘mano’ y έργον ‘trabajo’.
Clavel. Del catalán clavell ‘flor del clavel’, llamada así por su olor análogo al del calvell ‘clavo de especia’, acepción que a su vez procede del catalán anticuado clavell ‘clavo de clavar’ por comparación de forma.
Cobalto ‘metal’. Del alemán Kobalt, variante de Kobold ‘duende’, por la creencia de los mineros, que consideraban sin valor este metal y creían que un duende lo ponía en lugar de la pista que había robado.
Cobarde. Del francés couard, y este del francés anticuado coart, derivado de coe ‘cola’, porque el animal cobarde vuelve o esconde la cola cuando huye.
Coco¹ ‘árbol de América y su fruto’. Procede de coco² ‘fantasma infantil’. Este coco² viene del portugués côco ‘fantasma que lleva una calabaza vacía, a modo de cabeza’. Y el coco¹ procede del coco² porque la cáscara del fruto con sus tres agujeros semeja una cabeza con ojos y boca, como la de aquel fantasma infantil.
Connivencia ‘disimulo o tolerancia del superior acerca de las transgresiones que cometen sus subordinados’. Del latín CONNIVENTĬA, derivado de CONNIVĒRE ‘hacer señas’, ‘cerrar los ojos’.
Conspirar. Del latín CONSPIRĀRE ‘estar de acuerdo’, ‘conspirar’, propiamente ‘respirar juntos’, por derivar este verbo latino de SPIRĀRE ‘respirar’.
Conversar. Del latín CONVERSARI ‘vivir en compañía’.
Coqueto. Del francés coquette, de coq ‘gallo’, porque los coquetos alardean en presencia de mujeres como un gallo entre gallinas.
Cretino ‘estúpido’, ‘necio’. Del francés crétin, tomado a su vez de un dialecto de la Suiza francesa, donde es la forma local de la palabra francesa chrétien ‘cristiano’, aplicada allí a los cretinos como eufemismo compasivo.
Cruasán ‘bollo de hojaldre en forma de media luna’. Del francés croissant ‘medialuna’.
Cuchichear ‘hablar en voz baja o al oído de alguien’. Derivado de cuchichiar ‘cantar la perdiz’, derivado a su vez de cuchichí ‘canto de la perdiz’.
Cuclillas, en ‘dicho de doblar el cuerpo: de suerte que las asentaderas se acerquen al suelo o descansen en los calcañares’. Viene del anticuado en cluquillas, y este de *en cloquillas, derivado de clueca ‘se dice de la gallina cuando se echa sobre los huevos para empollarlos’. Ya el Diccionario de Autoridades (1729) explicaba este origen: «Cierta postúra, con que, estribando en las piernas, se dobla el cuerpo hacia abaxo sin llegar al suelo. Trahe esta voz Covarr. y dice tomó el nombre de la gallina clueca, que está sobre sus huevos, sin cargarse del todo en ellos por no quebrarlos; pero el uso de esta voz solo se halla en el modo adverbial, diciendo En cuclillas».
Cura ‘párroco’, ‘sacerdote’. Del latín CURA ‘cuidado’, ‘solicitud’. Se le aplicó esta denominación al párroco por tener a su cargo la cura de almas o cuidado espiritual de sus feligreses.
Dátil. Del catalán dàtil, este del latín DACTYLUS, y este del griego δάκτυλος, propiamente ‘dedo’, por su forma.
Despabilar espabilar tienen en común, además del significado, su origen: la palabra pavesa o parte ya quemada del pabilo o mecha de las velas y candiles. La primera acepción que figura en el diccionario académico de ambos verbossigue siendo, precisamente, ‘quitar la pavesa’.
Despampanante ‘pasmoso, llamativo, que deja atónito por su buena presencia u otras cualidades’, literalmente ‘capaz de quitarle a uno el taparrabos’ porque despampanar ‘desconcertar’ es propiamente ‘quitar a uno la pampanilla dejándole desconcertado’, donde pampanilla es ‘taparrabos’, derivado de pámpano ‘sarmiento verde o pimpollo de la vid’.
Difunto. Del latín DEFFUNCTUS, compuesto de la preposición DE y FUNCTĬO, -ŌNIS ‘función, tarea’, propiamente ‘que ha cumplido con su tarea’.
Dinosaurio. Palabra compuesta con las voces griegas δεινός ‘terrible’ y σαῦρος ‘lagarto’.
Diostedé ‘tucán (ave)’ en Colombia, Ecuador y Venezuela. De Dios te dé porque, al cantar, se interpreta que dice estas palabras.
Divertir ‘entretener, recrear’, ‘apartar, desviar, alejar’. Del latín DIVERTĔRE ‘llevar por varios lados’, ‘apartarse’, de donde ‘distraerse’.
Droga. Del árabe hispánico *hatrúka; literalmente, ‘charlatanería’.
Embelesar ‘suspender, arrebatar, cautivar los sentidos’. De en- belesa ‘planta narcótica’.
Eminencia gris. Denominación aplicada a F. Joseph du Tremblay (1577-1638), capuchino francés conocido como el padre José, consejero privado del cardenal Richelieu.
Encinta ‘embarazada’. Del latín INCINCTA ‘desceñida’, en alusión a la costumbre de las embarazadas de no ceñirse el vestido.

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